Tras una experiencia educativa en Cutral Co, un docente neuquino busca difundir el amor por este viejo juego apto para todas las edades.
Lejos de las pantallas y el sedentarismo, los juegos del pasado resurgen para congregar otra vez a los niños en espacios al aire libre. El docente neuquino Sebastián Arévalo llegó a Huinganco con esa premisa, y logró convocar a decenas de vecinos de Huinganco en un torneo de bolitas que ya promete expandirse por toda la región.
Después de una experiencia exitosa en una escuela de Cutral Co, Sebastián pensó en la posibilidad de replicar el juego de las bolitas o canicas a otros ámbitos más recreativos. Se imaginaba a niños, adultos y ancianos congregados frente a una cancha de tierra, concentrados en una sana competencia al aire libre. Y su deseo se hizo realidad en Huinganco, en dos encuentros de diversión que sentaron las bases para repetir la idea en todo el norte neuquino.
Por su empuje, logró recibir donaciones de bolitas para dar el primer puntapié de la actividad. En el primer encuentro, el pasado 19 de diciembre, más de 30 personas se encontraron para jugar y muchos se iniciaron por primera vez en la disciplina.

«Marcamos las canchas de tierra con cal, unas canchitas de 4 metros por 4», dijo Sebastián y agregó que usaron las bolitas donadas para regalar a todos aquellos que no tenían canicas propias porque nunca se les había dado por jugar. «Ahí en el momento les enseñábamos a jugar a los nuevos», afirmó.
Tras la buena reputación del primer encuentro, organizaron el segundo el pasado fin de semana. Aunque ese domingo 23 de enero tuvieron que competir contra otra atractiva propuesta, la nueva pileta de la localidad, muchos vecinos afrontaron el calor del verano para pasar un rato a la sombra jugando a las bolitas.

«En el torneo había niños desde los seis años hasta adultos y adultos mayores», dijo el docente, que diferenció esta nueva propuesta de la actividad de Cutral Co, que era meramente educativa. Por la aceptación de esta competencia, Sebastián pretende expandir la actividad hacia otros puntos del norte neuquino, como Los Miches, Los Guiñacos, Los Carrizos e incluso Andacollo.
Además de aprender sobre el juego y conectar con otros vecinos de la localidad, los vecinos participaron de sorteos de bolitas para seguir propagando el amor por este juego, y continuarlo en nuevos encuentros o hasta en los recreos escolares. Así, la localidad renovó el viejo amor por una disciplina que está muy lejos de extinguirse.
FUENTE LMNeuquen